En el fondo de una cama en el fondo de una casa dos personas se hablan al oído, como si fueran un solo cuerpo. De vez en cuando, una risa sube el tono y parece como si la habitación oscura palpitara, encendiéndose, para atenuarse cuando vuelven al susurro, como un río en la oscuridad.
Ser
lunes, 15 de junio de 2009
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