En el silencio de una tarde, hace pocos días, vi como el humo del cigarrillo jugaba con los rayos del último sol, que entraban por la persiana verde.
Un silencio como un rayo, y entonces vimos que los días eran humo y que las tardes iban a ser pocas: quedaba jugarnos los cigarrillos y entrar en el sol verde. Cerré la última persiana.
Ser
Horas después entré en esa misma habitación. Tu cuerpo estaba invadido por líneas horizontales de luz, las persianas. En cuanto cerré la puerta el ambiente se tiño de rojo, un humo del color del vino nubló la nitidez de tu refugio, acaso ¿tú sabes de dónde venía? Me acerqué a ti y me senté a tu lado. El cigarrillo se consumió, la ceniza cayó ruidosamente contra el suelo de madera. Volvimos a revivir aquellas tardes cortas.
Nia
martes, 21 de abril de 2009
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