Con las manos tendidas sobre las teclas, aún en la oscuridad es fácil presionar los lugares adecuados. Los deslizo, y aparecen letras, como el pianista logra que aparezcan melodías. Quiero decirlo todo, pero no quiero que quede escrito. Mejor en otro momento, en otro lugar y en otro medio. Dentro de la casa, en su calor, es mejor escenario.
¿Qué hacer con los años venideros, esos años que se desgranan, día a día? Siempre pienso que me queda mucho tiempo para disfrutar, pero... quién sabe. Y quién sabe también si encontraré la situación propicia para dar un paso adelante, para ponerme tan cerca como para sentir la caricia. ¿Acaso es malo querer sentirla?
Lo único que quiero es ser un poco más sabio para disfrutar sin remordimientos, para ordenar todas las palabras que pasan por mi mente y abrir la boca y que salgan e iluminen la habitación.
Todo sería tan estable como ahora, pero de otro color.
Ser
martes, 28 de abril de 2009
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